Cómo evitar la obsolescencia del proceso formativo? (1 de 3)

1.- Un nuevo entorno

El presente año 2016 está siendo un año donde los cambios de paradigmas que regían la forma de producir, relacionarnos, aprender o comunicarnos han evidenciado con fuerza su obsolescencia. Las informaciones, que día tras día llenan los medios de comunicación, evidencian que nos encontramos en los albores de una nueva era la cual se impone de forma acelerada, mientras una gran parte de la sociedad actúa como eso no ocurriese y sólo nos encontrásemos en medio de una tormenta pasajera, creyendo que cuando finalice volveremos a la situación precedente o lo que es lo mismo volveremos al pasado. Consecuentemente, creen que todas aquellas antiguas herramientas e instrumentos que nos permitían crear valor, generar trabajo y alcanzar mejores cotas de bienestar y progreso social volverán a ser las adecuadas.

Sin duda esta es una visión errónea, que no admite ningún análisis de futuro y que responde a actitudes basadas en mantener el statu quo de ciertos sectores o colectivos o en negar la realidad para frenar cualquier cambio. Sirva como ejemplo que la economía, como evidencian los indicadores económicos, va bien. Muy bien según algunos analistas. Sin embargo, las tasas de desempleo siguen siendo muy elevadas. Por un lado se incrementa la pérdida de puestos de trabajo desarrollados por humanos en beneficio de máquinas más o menos inteligentes y, por otra, el trabajo que se crea en gran parte es precario y los salarios, especialmente los asociados a nuevos contratos, están desajustados al coste real de la vida. Este último aspecto lo explicaba recientemente Adecco, indicando que la retribución media de los jóvenes de menos de 26 años se sitúa en 11.817 euros anuales; que para los trabajadores de edad comprendida entre 41 y 45 años, personas con amplia experiencia, la remuneración media se sitúa en 25.735 euros brutos anuales, situándose la media salarial en 21.842 euros. Ahora bien, si consideramos sólo las mujeres su retribución media baja a 18.671,59 euros (por 25.205€ los hombres), unas medias salariales con desviaciones muy significativas entre sus componentes, si consideramos los nuevos contratados y el tipo -indefinido o temporal- la formación de los trabajadores, el lugar de trabajo y los diversos sectores económicos.

Un nuevo escenario en el que se requieren personas con capacidad de discernir en el océano de informaciones disponibles y la inmediatez, de tomar decisiones, y de ayudar a definir la mejor manera de hacer el trabajo. Personas que han interiorizado los retos y oportunidades de la globalización, de los avances tecnológicos, de la inteligencia artificial, de los nuevos modelos productivos en red y la telepresencia en cualquier lugar y momento. Todo un conjunto de hechos que abren ventanas de oportunidad en las sociedades avanzadas, aquellas que disponen de buenos sistemas formativos y especialmente a las personas ‘nativas digitalmente’, es decir aquellas que han crecido con dispositivos electrónicos en sus manos, personas que paulatinamente vertebrarán la población activa, un conjunto de personas que configurarán más del 50% de la misma en el año 2020.

Así pues, el futuro, que ya está presente, requiere asumir los cambios y entender que necesitamos cambiar radicalmente las actitudes y las aptitudes. Ajustar el sistema de educación -quizás mejor llamarlo de instrucción como se denominaba en la segunda Republicano española-, se convierte en un desafío insoslayable. Hay que asumir que nuestro sistema presenta una cierta obsolescencia y esta desajustado a lo que es imprescindible para preparar oportunamente a los jóvenes -sin olvidar a los parados o el reciclaje de los trabajadores en activo- en los conocimientos y las actitudes profesionales requeridas para las nuevas profesiones. Unas profesiones que no están plenamente definidas, pero que actuarán en un ecosistema que se mueve impulsado y delimitado por las tecnologías básicas como la digitalización, la computación, la inteligencia artificial, la inmediatez, la realidad aumentada y las telecomunicaciones.

2.- Un futuro predecible ya presente, para leer clic aquí

3.- Re-formular la formación de acuerdo a la nueva era, para leer clic aquí

 

Antoni Garrell 

Agost 2016

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