Cómo evitar la obsolescencia del proceso formativo? (2 de 3)

1.- Un nuevo entorno, para leer clic aquí

2.- Un futuro predecible ya presente

Desde hace tiempo los impactos de futuro de estas tecnologías han sido estudiadas, al igual que en cierta medida ignoradas sus implicaciones. Sirva como ejemplo el informe de la agencia europea Center for Development of Vocational Training de diciembre de 2008, el cual, situándose en el horizonte 2020, explicaba que el 31% de los puestos de trabajo requerirán de personas altamente formadas. 6 puntos porcentuales más que en la actualidad. También lo ratificaba el estudio The future of employment: how susceptible are jobs to computerisation?, elaborado en 2013 por la Universidad de Oxford, el cual indica que la tecnología futura “podría desplazar casi la mitad de los puestos de trabajo en los Estados Unidos“. Sin olvidar el estudio ‘The future of jobs, 2025: working side by side with robots’, elaborado recientemente por la empresa Forrester, en el que se explicita que, sólo en Estados Unidos, 22,7 millones de puestos de trabajo pasarán a manos de robots en los próximos 10 años. Porcentajes similares en relación a transformación y pérdida de puestos de trabajo desarrollados por humanos, se producirán en el resto de economías avanzadas y tecnificadas, al igual que en Estados Unidos, si bien en un período de tiempo superior.

Es cierto que la historia ha demostrado que las predicciones suelen ser un poco exageradas y que siempre surgen nuevos caminos no visualizados y oportunidades no previsibles. Ahora bien, es incuestionable que en esta carrera de futuro, el elemento fundamental es el capital humano.

Un nuevo entorno, muy tecnificado, que gana terreno de forma acelerada adentrándonos hacia un futuro en el que no sólo las personas estarán interconectadas, todos los sistemas de producción también lo estarán íntegramente -tanto los internos como los externos-, y todos ellos sincronizados en tiempo real. Procesos productivos de mucha más complejidad moviéndose en una triple dirección: adaptación a los cambios del mercado; maximización de la productividad y valorización de los avances técnicos y científicos con rapidez. Los sistemas productivos de la sociedad 4.0 serán inteligentes o no existirán. Consecuentemente sus profesionales deben disponer de las actitudes y los conocimientos requeridos para estos nuevos escenarios. La formación se convierte una vez más en el eje vertebrador el futuro, comprendiendo y asumiendo que en el futuro disminuirán los puestos de trabajo que conllevan un bajo uso de conocimientos y avances técnicos y científicos, y que a su vez se incrementaran aquellos los que incorporan los conocimientos y las tecnologías más nuevas e innovadoras en un contexto de globalización.

Así pues, en la formación, tanto la básica como la universitaria, y muy especialmente la profesional, al igual que la asociada a la actualización de conocimientos de los trabajadores activos y la dotación de nuevos conocimientos a los parados (con el fin de incrementar su empleabilidad), debe considerarse que es imprescindible reajustar los modelos productivos y redefinir el trabajo, considerando que las personas deberán interactuar en un mundo productivo en el que se hace imprescindible: Apoyarse en el conocimiento, de tal manera que este se convierta en motor de desarrollo; disponer de la capacidad de extraer productividad de la tecnología, apoyándose en ella para innovar; vertebrar servicios de alto valor destinados a aportar conocimiento e innovación en cualquier objeto o actividad, considerando la progresiva interrelación humanos-robots o con utensilios inteligentes e interactivos; potenciar el trabajo a distancia y la deslocalización, un hecho que lleva a la vez una clara tendencia a reducir la movilidad obligada de residencia-puesto de trabajo, potenciando a la vez el trabajo en red y avanzando en la sostenibilidad y la conciliación vida laboral-familiar; articular capacidad de trabajo multisectorial con profesionales altamente cualificados y comprometidos en el seno de las empresas, que asumen el reto de la competitividad, la innovación, la sostenibilidad y los aspectos relativos a la responsabilidad social de las empresas; acortar el ciclo de vida de los productos, acercando la fabricación al consumidor final y a la vez una tendencia a que los consumidores se conviertan en fabricantes de parte de su energía y de los bienes que consumen -de consumidores a prosumers-; y finalmente introducirse en la comunicación sustentada en las redes sociales, que no entienden de horarios, ni fronteras, ni limitaciones por normativas locales.

 

3.- Re-formular la formación de acuerdo a la nueva era, para leer clic aquí

 

Antoni Garrell 

Agost 2016

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